Doy fe de que fue así. Recuerdo ahora que en pleno baile, haciendo alarde de espontaneidad, y como me molestaban las zapatillas, decidí quitármelas arrojándolas al aire. Quedó muy gracioso aunque mi padre abandonó el teatro muerto de vergüenza.
Me gustaría, si alguien tiene la revista Afán de esa época, ver las crónicas sobre el festival.
Navares
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